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Efecto Milei

Foto del escritor: Diego KraljevicDiego Kraljevic

Actualizado: 17 ago 2023



Inesperadamente, Javier Milei dinamitó la grieta al ubicarse como el precandidato presidencial más votado en las primarias del domingo pasado.


No es casual que el candidato de libertad avanza se ubique en la cima de los cómputos en la elección con menos asistencia desde el retorno de la democracia. Un síntoma que revela el clima social, al que se suma la proscripción de Cristina Fernández de Kirchner, cuya centralidad política resulta insoslayable.


No es menos cierto, también, que el voto de ruptura con la antinomia -el surgimiento de los tercios- aparece con el fracaso estrepitoso de ambos frentes en sus respectivos turnos de gobierno, que acumulan siete años de decepciones.

Mas allá del exiguo triunfo del panelista televisivo, las PASO ofrecieron curiosidades muy llamativas.


En primer lugar, el nivel de competitividad del oficialismo, que pese a la complejidad económica aparece dentro de los tercios, a un punto del segundo y a tres del primero.

Al conservar el voto duro del Kirchnerismo, Sergio Massa se consolida como el candidato más sólido en cuanto a su base electoral, es el que más posibilidad tiene de mantener el piso y crecer. Mientras que Milei es una incógnita por la volatilidad de su carácter e ideas y Patricia Bullrich nace como candidata con una base de votos propios muy inferior a la de ambos.


Por su parte, la izquierda ha caído notablemente en su performance electoral, perdiendo terreno en el campo de la protesta antisistema a mano de la ultraderecha liberal. Probablemente por el complejo rol autoimpuesto, donde termina siendo observada como colaboracionista de la derecha en algunos casos y del sector populista en otros, en su afán de no quedar bien con ninguno.


Al mismo tiempo, las primarias volvieron a confirmar que el centrismo no existe. Rodríguez Larreta, que intento imponer una mirada más equilibrada que su rival interno, termino desplazado a la derecha con el pedido de extinción de un sector político, reprimiendo en las calles sin ningún sentido y, al final, sin discurso, perdiendo la brújula; la elección y hasta la base de su poder: la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


La sorpresa que provocó la aparición de Javier Milei al tope de las preferencias hizo que en un primer momento se deje de ver el panorama completo de la elección, que si vamos al caso es más un empate de las tres fuerzas políticas que un triunfo demoledor del panelista. Aunque tampoco hay que quitarle mérito tras mantenerse y aumentar su caudal electoral luego de la cantidad de operaciones de prensa que ha tenido que resistir.


El desafío de Milei es, ahora, mantenerse en la pista sin descarrilar. Conocido por sus impulsos destructivos y violentos, eligió leer el discurso de su triunfo en la noche de la elección, aunque sin abandonar el saco del personaje televisivo.


Desde hace tiempo, el economista y panelista, ha entendido su rol político, que cada tanto lo pone como arbitro de la elección. Por ejemplo, arrastrando hacia la ultraderecha a los candidatos de derecha, con lo que logró fagocitar a Larreta y llevar hasta el ridículo a Patricia Bullrich, cuando intentó hablar sobre economía.


El esquema de tercios abre la carrera para ver quiénes entran al ballotage y ubica a los tres aspirantes en situación de equilibristas. Massa tendrá que hacer equilibrio con el FMI, Bullrich con no ser absorbida por libertad avanza ni debilitada por la huida del voto Larretista, mientras que Milei camina por la cuerda floja que le impone la mutación del voto, que en las elecciones generales pasa de la bronca a la utilidad, con el peligro que conlleva para él su prédica anarcocapitalista.


Por ahora sólo se han definido las candidaturas y los tercios están en las gateras. Perdón, ¡ ya largaron!


Continuará…









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