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Como con Yrigoyen y Perón, la persecución política desembocó en proscripción.
A 39 años de la recuperación de la democracia, nace un fallo que nos retrotrae a las épocas más oscuras de nuestra historia.
Como una revancha de clases, como un castigo a la osadía de la representación popular, como una lección para los que pretendan imitarla; nos vuelve a atravesar la flecha que viene viajando por la historia argentina; “la inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos”, contra los liderazgos populares.
Con la persecución política contra el Yirigoyenismo nació la década infame y el fraude patriótico, tan patriótico como la condena contra Cristina.
Con el golpe de 1955, y la prohibición del peronismo, se reconfiguró la hegemonía del partido militar, transitando breves períodos con democracias hiper condicionadas hasta 1983.
El correlato histórico de la proscripción política es la muerte civil de las grandes mayorías.
Solo a partir de una transición a la democracia no pactada, piloteada por el Alfonsinismo, se pudo pulverizar al partido militar, sellando para siempre la consigna del “Nunca Más”.
Pero, con los años, han surgido nuevos mecanismos, que han vuelto a condicionar a la democracia hasta llegar a la situación actual.
La pulverización del partido militar, cuyo espíritu permanece – por ejemplo- en Brasil, Chile o Uruguay, provocó nuevas estratagemas de los poderes fácticos.
Ya no alcanzaba con la intrusión de oscuros personajes en las estructuras de los partidos, para influir en el cuerpo político. Ahora, poseen partido político propio, y con representación parlamentaria.
No bastaba con un puñado de jueces amigos. Se superaron, y controlan la Corte Suprema, el consejo de la magistratura y el fuero federal.
No era suficiente con un diario. Desde hace un largo tiempo, poseen una posición más que dominante en los medios de comunicación. Todo un dispositivo de ocultamiento montado para descomponer el debate político; convirtiendo suicidios en asesinatos, bandidos en héroes, presos políticos en políticos presos, represores en víctimas, magnicidas en homicidas, bandas criminales en locos sueltos y gobiernos en asociaciones ilícitas.
Las serpientes emplean su veneno para alimentarse. Gracias a su mordedura, consiguen paralizar y dominar a sus presas para poder ingerirlas.
Del mismo modo actúa la mafia con la democracia, aplicando su mordedura en la psiquis social y en las instituciones de la república.
En el envenenamiento social, coordinado entre los mordiscos de gatilleros mediáticos y funcionarios judiciales, reside el poder oculto de la mafia de Magnetto.
Todos los caminos conducen a Roma.
Il capo mafia di tutti capi, ingreso al diario Clarín como contador. No tenía idea alguna sobre periodismo, pero poseía una asombrosa voracidad por el dinero, que deslumbró a la viuda de Noble.
El regazzo tenía condiciones para los nuevos tiempos, y se lució en la tenebrosa adquisición de papel prensa.
La saga de Papel Prensa comenzó cuando David Graiver murió en un accidente de aviación en agosto de 1976. Tras su muerte, su viuda, Lidia Papaleo, y su hermano, Isidoro Graiver, fueron presionados para vender el paquete accionario. La familia Graiver sufrió secuestro y torturas mientras se consumaba el traspaso accionario al holding conformado por Clarín, La Nación y La Razón con la participación del Estado, en ese momento a cargo de la dictadura de Jorge Rafael Videla.
En mayo de 2017, la Sala I de la Cámara Federal porteña confirmó el sobreseimiento de Héctor Magnetto, Ernestina Herrera de Noble y Bartolomé Mitre, dictado en primera instancia por el juez Julián Ercolini.
¿Casualidad?
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El espíritu de eternidad de la dictadura, con la idea de la guerra de Malvinas incluida, vuelve a tomar forma con el ascenso de Galtieri a la presidencia, en 1981.
Galtieri propone a la Sra de Noble concluir con la etapa del desarrollismo en Clarín, controlado por el periodista y político, Rogelio Frigerio. La nueva cúpula necesita aceitar el aparato de propaganda en la preguerra.
Noble, accede. Y el ragazzo se convierte en il capo del gran diario argentino.
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Desde la restauración democrática, Magnetto siempre se tomó el trabajo de intentar diluir al poder político, con la colocación subterránea de actores, con extorciones o promesas.
Sin embargo, tuvo una gran decepción en los años 80. Una lección que el joven capito jamás olvidara a lo largo de su larga carrera.
Magnetto nunca pudo digerir que el alfonsinismo le negara la reforma del art. 45, de la vieja ley de radio difusión, que impedía la concentración oligopólica de medios.
El antídoto, que funcionó contra aquella mordedura, fue el liderazgo de Raúl Alfonsín, que nunca cedió a tal requerimiento, incluso luego de la derrota electoral de 1987, que avizoraba un cambio de gobierno en 1989.
La mafia ya no soportará liderazgos populares, que impidan saciar su voracidad económica.
Fue con la llegada de Menem al poder, que la mafia pudo blanquear la compra ilegal de radio mitre y ponerse en carrera para coleccionar medios, y transformarse en el “grupo Clarín”.
Luego de triunfos y fracasos, a partir de la década del 90, el capó comenzó su carrera a la cima del mundo del hampa.
Con la posición dominante, obtenida en el ámbito mediático, se va convirtiendo, poco a poco, en il capo di tutti.
El rey del engaño descubre, al fin, la manera de comenzar a descomponer el sistema de partidos.
Su gran hallazgo fue el FREPASO, un producto netamente mediático, montado en un discurso puritano y alentado por las buenas intenciones, de no pocos personajes estimables; que relego al radicalismo alfonsinista al tercer lugar en la grilla electoral.
Visto en retrospectiva, fue un golpe mortal para el radicalismo, que quedó en manos del sector interno más competitivo electoralmente; el de la capital federal, que luego se transformó en el motor de la alianza.
Agotada la etapa de extracción de negocios sobre el menemismo, se abre otra, más amigable. Llegaba en 1999, un presidente timorato, permeable a las presiones, el Dr. De la Duda.
El viejo poderío alfonsinista estaba superado.
Si algo hay que reconocer a nuestro mafioso es que aprende de sus errores. Los liderazgos populares son la porca miseria (maldición) de las mafias.
Las buenas relaciones que mantuvo con el gobierno de Néstor Kirchner, fueron necesarias para la reconstrucción política y económica, después de la crisis del 2001. Se habían conocido extremos anárquicos, que no contribuían para la salud de los negocios.
Ambos lo sabían. Y lo aprovecharon.
La debilidad política del Kirchnerismo en 2003 era indisimulable. Para las elecciones legislativas de 2005, los k no tenían ni un concejal propio en toda la provincia de Buenos Aires.
Pese a ello, el coraje de Néstor para tomar decisiones económicas, sumado a su pragmatismo político, hacen que el kirchnerismo posea, por primera vez, un alto nivel de preferencia electoral.
Cristina encabeza la lista legislativa de la provincia de Buenos Aires. Junta a todo lo rancio del Pejotismo en contra. También enfrenta a una oposición desorientada, que no escapa del recuerdo del gobierno DeLaDudista.
Arrasa.
Magnetto, abre los ojos. Hace sonar su cascabel. Poco a poco, y después de la obtención de cablevisión, comienza a preparar el veneno paralizador de presas.
En 2007, radio pasillo, de la Casa Rosada, esparcía rumores que, lastimosamente, se concretarían con el tiempo: Néstor no estaba bien de salud, y debía cuidarse. Magnetto, expresamente, había aclarado que no vería con malos ojos la reelección del presidente, pero no estaba dispuesto a aceptar una candidatura de Cristina.
La tolerancia entre ambas partes comenzaría a quebrarse.
Una cualidad del matrimonio gobernante, de ambos, era la capacidad de concretar acuerdos. Pero, no aceptaban imposiciones, como esas que emiten los matones.
La elección presidencial de 2007, tiene candidata: Cristina, Cobos y vos. Pero sin Magnetto.
Vuelve a ganar.
El 20 de noviembre de 2008 , Cristina ponía fin al sistema previsional privado de las AFJP, que había nacido con la reforma laboral de 1994, a partir del auge del discurso neoliberal, que tenía a Magnetto como uno de sus principales beneficiarios.
Desde entonces, la oposición al gobierno fue feroz.
Más tarde, el extinto periodista Julio Blanck, secretario de redacción desde 1992 del diario Clarín y jefe de la sección política, definió la actividad del grupo como “periodismo de guerra contra el Kirchnerismo”.
Se quedó corto.
Clarín ya no es sólo un diario, ahora es un grupo económico formidable, que sirve de nave insignia para intereses fenomenales, de los que forma parte. Fondos de capital, buitres, fugadores, blanqueadores, agroexportadores, endeudadores. El capo di tutti capi, es Magnetto.
El más capito del hampa nacional. Facilitador y beneficiario de intereses corporativos.
Un niño de seis años, vio un extraordinario dibujo en un libro que trataba sobre el bosque virgen, llamado “Historias vividas”. La lámina expresaba nada menos que una serpiente boa tragándose a una fiera. Aquí tenemos la copia del dibujo.
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Decía el texto: "Las serpientes boas capturan a sus presas y las tragan enteras, sin masticarlas. Esto, no les permite moverse y duermen durante los seis largos meses en que transcurre la digestión."
El niño quedó impactado, y un buen día, tomó un lápiz de color y trazó su dibujo. Era así
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Luego, decidió mostrar su obra maestra a la gente grande, y preguntar si los asustaba.
¿Por qué me asustaría un sombrero? Respondían.
Pero mi dibujo, no representaba en verdad un sombrero. Expresaba una serpiente boa que había tragado un elefante, pensó El Principito, de Antoine de Saint-Exúpery.
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La mafia, tiene en un puño a jueces, fiscales y a la corte suprema de justicia. Controla los medios de comunicación. Y se extiende como mancha de aceite por los bloques parlamentarios en ambas cámaras.
Nosotros tenemos la responsabilidad de explicar el dibujo; no es un simple sombrero.
Aquello, que reposa entre los jugos gástricos de la serpiente; es el sistema representativo y republicano de gobierno. La democracia misma.
Se perdió la república cada vez que se mutiló civilmente al pueblo, suprimiendo sus liderazgos. Se vuelve a perder ahora, con el fallo contra Cristina.
Y así seguirá, mientras las instituciones permanezcan en las entrañas de la vestía.
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